Lic. Amanda
Calderón Bonora
Lic. Natalia Martínez Liss
En la clínica
con niños además del padecimiento del niño y de cierto consentimiento de éste
al tratamiento, es necesaria cierta avenencia de los padres o de los adultos
que estén a su cargo. Se trata de una cuestión práctica: a un niño lo traen (o
no) a la sesión. Es la clínica por excelencia en la cual el analista interviene
con el paciente que tomó en tratamiento y con sus otros: los padres, los
familiares, la escuela, etc.[1]
¿Cuándo tomamos
a un niño en tratamiento? A la hora de tomar un niño en tratamiento, resulta
difícil en muchos casos ubicar en la consulta cuanto del pedido de tratamiento
tiene que ver con un sufrimiento en el niño y cuanto corresponde más bien a un
pedido ligado al propio narcisismo de
los padres, en la medida en que los padres, en algunos casos, tienen la intención de que mediante el
tratamiento les devuelvan un niño acorde a sus ideales y en otros, el padecimiento
del niño es invisibilizado por la problemática de los padres.
En este punto es
importante distinguir el motivo de consulta de los padres del del niño. Es con eso que deberemos trabajar:
la brecha entre lo planteado por los padres y lo que escuchamos nosotros como
analistas de lo que se pone en juego en cada niño. Resulta necesario situar el
despliegue y la articulación de estos dos planos, evitando superponerlos o
confundirlos, y manteniendo la escucha en cada caso.[2]
En este trabajo
nos interesa indagar el narcisismo de los padres como un obstáculo al
tratamiento del niño, para ello tomaremos dos recortes clínicos. En el primero,
el niño es únicamente mirado, valorado desde el ideal de los padres y en el
segundo, el niño queda como “rehén” de
la problemática de los padres perdiéndose de vista.
Viñeta 1
Pedro y María
realizan una consulta por su hijo de 8 años. Refieren que actualmente el niño
está en tratamiento pero no ven mejorías. Dicen que su hijo, no se relaciona
con sus pares, que no tiene amigos y que no le va bien en el colegio. Cuando se
indaga respecto de estas cuestiones se revela que en realidad no es que el niño
no tiene amigos, sino que los amigos que él tiene no son considerados como
tales por sus padres, porque no son los
de su grado, o son más chicos. También cuentan que el niño siempre necesita un
empujoncito para relacionarse en las reuniones con sus amigos, cuando ellos le
dan el “empujoncito” está lo mas bien. En el colegio, lo que aparece es que no
se saca las notas que ellos esperan.
Se realizan
algunas entrevistas separadamente con cada padre y se apunta a desplegar estas
cuestiones. Cuando se les pregunta qué
creen que le pasa al niño, si sufre por algo, no pueden ubicar nada.
En los
diferentes encuentros con los padres, ellos solo hablaban de cómo era la vida
en su época, el colegio, los amigos, las relaciones desconociendo el modo de
relación, y la escolaridad que es distinta
y no representa lo que ellos esperan de
su hijo.
Viñeta 2
Sonia consulta
por su hijo Lucas de 6 años de edad por presentar problemas de conducta en la
escuela. Sonia y Carlos, sus papás están separados desde hace unos meses. La
separación conllevó que Sonia dejase la ciudad donde ellos vivían y se mudase a
Buenos Aires con el niño. Sonia sostiene que
lo que le pasa al niño (el portarse mal) es debido a que su padre
está en pareja con otra mujer. No ubica
por fuera de esto ninguna otra cosa que le suceda al niño ni ninguna otra causa
posible. Quiero que Carlos vea lo que le
está haciendo cuando se lo lleva con su nueva pareja ¿Te parece justo? Pregunta
al analista. En relación al tratamiento dice: Quiero que Carlos vea el daño que le causa. Sonia exige
insistentemente que esto le sea confirmado en el espacio de Lucas. Deja poco
margen de maniobra respecto a esta cuestión, sostiene una escena de reclamos y
reproches respecto al papá de Lucas, escena a la vista del niño, de la cual el
niño es botín. Sonia responde con enojo
cuando se intentan acotar estas cuestiones
ubicando que delante de Lucas hay cosas que mejor no hablar. Asimismo
rechaza un espacio de entrevistas donde volcar estas cuestiones. Por otro lado,
el síntoma del niño para ella viene a
confirmar su posición de reclamo.
Durante las
entrevistas Sonia no habla de Lucas, y si lo hace es para dar testimonio de
cómo le afecta al niño la nueva vida de su padre.
Resulta difícil
ubicar algo más ligado a lo amoroso. En sus dichos se ubica al niño como un
objeto de disputa o aparece la queja por lo “insoportable” en relación a los
problemas de conducta en el colegio.
En una ocasión,
mientras esperábamos el ascensor Sonia continúa desplegando su querella hacia
Carlos, no advirtiendo en absoluto que el niño intentaba abrir la puerta del
ascensor cuando esté aun no había llegado, poniéndose en riesgo.
En relación al narcisismo
primario Freud plantea: “si consideramos la actitud de padres tiernos hacia sus
hijos, habremos de discernirla como renacimiento y reproducción del narcisismo
propio, ha mucho abandonado. La sobrestimación, marca inequívoca que apreciamos
como estigma narcisista ya en el caso de la elección de objeto, gobierna como
todos saben, este vinculo afectivo.
Así
prevalece una compulsión a atribuir al niño toda clase de perfecciones y a
encubrir y olvidar todos sus defectos(…) pero también prevalece la proclividad a suspender frente al niño todas
esas conquistas culturales cuya aceptación hubo de arrancarse al propio narcisismo y a renovar a propósito de él la exigencia de
prerrogativas que se renuncio hace mucho tiempo(...) El punto más espinoso del
sistema narcisista esa inmortalidad del yo que la fuerza de la realidad asedia
duramente, ha ganado su seguridad refugiándose en el niño. El conmovedor
amor parental tan infantil en el fondo, no es otra cosa que el narcisismo
redivivo de los padres, que en su trasmudación al amor de objeto revela
inequívoca su prístina naturaleza”[3]
El narcisismo
primario es conceptualizado por Freud como ese primer investimento libidinal,
necesario para el advenimiento subjetivo. Sin embargo nos propones indagar
cuando secundariamente el narcisismo de los padres obtura la posibilidad de que haya algún otro
lugar para ese niño.
A partir de la
cita de Freud podemos ubicar, como en
los casos mencionados el narcisismo de los padres se vuelve un obstáculo al tratamiento del niño. ¿Qué
entendemos como obstáculo? , cuando no se ven las características propias de
ese niño, cuando nada “positivo” se le atribuye o cuando nada puede ser
pesquisado de lo que sufre o le acontece al niño, porque quizás no sea lo que los padres esperan. En este sentido como
dice Freud el punto más espinoso es cuando el narcisismo de los padres se refugia
en el niño, obturando, invisibilizando la singularidad de ese sujeto, no
permitiendo la aparición de ninguna diferencia.
Si Freud equipara
el amor parental con el narcisismo redivivo, nos surge la pregunta respecto a
si todo amor por los hijos es en esencia narcisista. En este punto cabe la
diferencia que establece Lacan entre el amor narcisista y el amor entendido
desde la diferencia. Respecto al amor narcisista Lacan dice que hace estragos[4],
que apunta al Uno. “Por otra parte, podría conmover a cualquiera, percatarse de
que el amor, si es verdad que está relacionado con el Uno, nunca saca a nadie
de sí mismo. Si es eso, todo eso, y sólo eso lo que dijo Freud al introducir la
función del amor narcisista, el problema es cómo puede haber amor por otro”[5].
Respecto al otro amor, Lacan dice que apunta al sujeto[6],
a la diferencia.
La función del analista allí no es ni normalizar
ni devolver un niño hecho a imagen y semejanza del ideal de los padres, “narcisismo
redivivo de los padres”. Sabemos que devolver un niño hecho a imagen y
semejanza de los padres es estructuralmente imposible, sin embargo quizás los
padres vienen con esa demanda.
Ahora bien, si el
analista intenta responder a lo
demandado por los padres, la dirección
del tratamiento seria desde la moral y los ideales, cuando la ética del
psicoanálisis es orientar el deseo. También seria creer que la “cura del
síntoma” es un resultado posible. En este sentido ¿curamos los síntomas? Freud
dice que esto es imposible ya que siempre resta la capacidad para formar nuevos
síntomas[7],
es decir todos estamos atravesados por la castración. En esta línea, el ideal es uno de los modos de responder a la
castración, obturándola. Como plantea Lacan en el seminario 10, en el plano escópico es donde más se elide la
castración. En esta misma línea dice (…) “no es preciso que el cristalino este
opacado por la catarata para cegar la visión, cegarla al menos a lo que a la castración
se refiere, siempre elidida en el plano del deseo cuando este se proyecta en la
imagen”.[8]
La función del
analista, no es ni normalizar ni responder a la demanda de los padres sino más
bien, esta sostenida desde el deseo del analista, deseo de obtener la
diferencia absoluta.[9]
La dirección en esos casos, será
intentar despejar, conmover, algo de esto para dar lugar a la singularidad del
niño.
Allí donde el
niño queda invisibilizado, cabe preguntarnos por la disposición de los padres a
interrogarse respecto a lo que le sucede a ese niño. En este sentido, en
algunos casos hay algún modo de conmover
e interrogar, abrir al trabajo eso que aparece totalmente coagulado. En
los casos trabajados, la posición de los padres se presentaba impermeable al
trabajo. Nos preguntamos: ¿cómo maniobrar con este obstáculo? Una respuesta,
podría ser sostener la apuesta con el niño, siempre y cuando lo sigan trayendo
al tratamiento. Cuando esto no sea posible nos encontraremos con un límite a la labor analítica. Esto no es
algo que se pueda saber a priori sino que habrá que pasar
por ello. En este sentido pensamos la
apuesta del analista.
Por último nos gustaría dejar planteada la pregunta en relación
a los límites entre el amor, el goce y
el deseo dado que nos resulta difícil la delimitación de estos conceptos en los
casos mencionados.
Bibliografía
- Beltrami, Calderón,
Martófel, Mólica. Martínez Liss, N. “Un recorrido por la obra de Freud en
busca de orientaciones para la clínica con niños”. IV Congreso
Internacional de investigación y práctica en psicología.
- Freud, S. “Introducción del narcisismo”, Obras completas Vol. XIV, Amorrortu Editores, Buenos Aires.
- Lacan, J. Seminario XX, Aún, Paidós, Buenos Aires
- Freud, S. “Conferencias de introducción al psicoanálisis: Conferencia 23”, Obras completas, Vol. XVI, Amorrortu Editores, Buenos Aires.
- Lacan. J. “Los cuatro conceptos fundamentales”, Seminario XI, Paidós, Buenos Aires.
- Lacan. J. “La angustia”, Seminario X, Paidós, Buenos Aires.
[1]Beltrami, Calderón, Martófel, Mólica,
Martínez Liss, N. “Un recorrido por la obra de Freud en busca de orientaciones
para la clínica con niños”. IV Congreso Internacional de investigación y
práctica en psicología.
[2] Idem
[3] Freud, S. “Introducción del narcisismo”, Obras completas Vol. XIV, Amorrortu Editores, Buenos Aires
[4] Lacan, J. Seminario XX Aún,
Cáp. 1. Pág.12, Paidós, Buenos Aires.
[5] Op cit Cáp. IV Pág. 61
[6] Op cit Cáp. IV Pág. 64
[7] Freud, S. “Conferencias de introducción al psicoanálisis: Conferencia
23”, Obras completas, Vol. XVI,
Amorrortu Editores, Buenos Aires.
[8] Lacan. J. “La angustia”, Seminario X, Paidós,
Buenos Aires.
[9] Lacan. J. “Los cuatro conceptos
fundamentales”, Seminario XI, Paidós, Buenos Aires.