INFO UTIL




RECURSOS EN SALUD MENTAL





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GUIA DE DERIVACIONES EN NIÑEZ Y ADOLESCENCIA


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TEXTOS DE AUTORES CONTEMPORÁNEOS
EN LA LIBRERÍA DE CONDARCO CASI AVELLANEDA.

Benjamin, Alicia: el tiempo del duelo.
Cerruti, Graciala: Acerca de los padres.
Dominguez, Marisa: Clínica en la infancia: la angustia de los padres.
Ferenczi: Confusión de lengua entre los adultos y los niños.
Flesler, Alba: Las intervenciones del analista en la práctica con niños.
Gamsie, Silvina: Los niños díscolos.
Guy Trobas: Entrevistas preliminares al análisis de un niño.
Ianni, Kaplan y Failla: La biografía del niño relatada por los padres ¿fuente u obstáculo para la interpretación?
Janin, Beatriz: Los padres, el niño y el analista: encuentros y desencuentros.
Kahanoff, Graciela: Un error una entrevista.
Lacan, J: psicoanálisis y medicina.
Lacombe, Elena: ética en juego.
Laurent, E.: El niño y su madre.
Laurent, E.: Puede el neurótico prescindir del padre?
Miller, J.: El niño y el saber.
Miller, J.: El niño entre la mujer y la madre.
Najles, Ana: Los niños en la práctica cotidiana del psicoanálisis.
Nominé, Bernard: Lo infantil y lo femenino.
Palant, Jorge: Jóvenes en análisis.
Porge, Erik: la transferencia a la cantonade.
Rabinovich, Diana: Las tres formas de la falta de objeto.
Resumen del DSM  IV.
Salman, Silvia: Metáfora paterna y Nombre del Padre.
Silvestre, M.: La neurosis infantil según Freud.
Silveyra, M. Lucia: una pregunta a la pulsión.
Soler, Colette: La neurosis infantil.
Wajnsztejn, Sara: “El tiempo más allá de la duración.



                                HISTORIAS CLINICAS

Diferenciar las HC de las notas de los casos que cada uno lleva para uso propio (supervisiones, ateneos y demás).

Las HC son documentos públicos que deben responder a ciertas pautas formales:

Deben quedar siempre en el hospital.

- Las hojas deben estar numeradas (y la numeración comienza con las hojas impresa que les entregan de las admisiones).

- Debe incluir el consentimiento informado al tratamiento firmado por los padres o adulto responsable (esto se hace firmar en las admisiones pero si se encontraran con que falta se deberá completar).

- Debe constar cada una de las entrevistas realizadas con el paciente o familiar, como así también las ausencias, con fecha y firma del profesional cada vez.

- Adjuntar los pedidos de informe, si los hubiese, y una copia del informe realizado.

- Deben consignar las interconsultas realizadas con otros equipos o servicios, como así también los contactos realizados con las escuelas u alguna otra institución (poner la fecha, qué motivó el contacto o la intervención y un lineamiento de lo tratado).

- Deben adjuntar las producciones graficas de los pacientes si las hubiera.

Respecto al contenido del registro entrevista por entrevista la idea es que puedan dejar señalado lo que se va trabajando con el paciente en líneas generales. No hace falta relatar cada vez a qué jugo, con qué, cómo, sino más bien ir señalando líneas de trabajo, de la dirección en que se está trabajando en los diferentes momentos del tratamiento con cada paciente. Así que pueden indicar que se continúa trabajando lo indicado en anteriores entrevistar  y señalar movimientos cuando los hubiera.

 Diferentes momentos que podríamos esquematizar en: Inicio del tratamiento  (de limitación del motivo de consulta o del padecimiento del niño),  el desarrollo del tratamiento y la conclusión o cierre del mismo.

La idea es que queden destacados la  insistencia o recurrencia de algunos puntos en los juegos o en el discurso y que, en la medida en que ubiquen algún movimiento o intervención que produjeron  movimientos y efectos los pongan de relieve.


Resumen de historia

Esto es una hoja para adjuntarle a la HC donde conste:

- Cómo terminó el tratamiento: si hubo una interrupción acordada, si hubo abandono, señalamientos que hayan hecho ustedes al respecto o sugerencias.

- Todo lo que consideren necesario informar del modo en que se cerró ese tratamiento.

- Pequeño recorrido del tratamiento realizado, señalando los puntos más relevantes del mismo. Cómo inició, qué se pudo trabajar y hasta donde se llegó en cada caso. Y cualquier otra cosa que consideren de valor en la historia de ese tratamiento como para señalar.

- La idea es que nos sirva para uso interno del equipo  en caso de realizarse una nueva consulta, para saber el recorrido que se hizo y en qué punto se detuvo, o, eventualmente, para el armado de informes.



                                   LIBROS




PROLOGO DEL LIBRO

Es un honor y una alegría escribir el prólogo de este libro: De niños y no tan niños. Trazos de la clínica psicoanalítica. La alegría, por supuesto, tiene que ver con su aparición y su puesta en circulación. La invitación me honra por quedar mi nombre enlazado al de su autora, Norma Manavella, a quien reconozco como analista.
            De niños y no tan niños es un libro sobre la transmisión. Es un libro de “pasaje”: pasaje de una experiencia, la de su autora. Soñado “al modo de una conversación”, según su propio decir, en sus páginas se hace presente el diálogo que le propone al lector. Norma Manavella no se sustrae de su escritura: en el recorrido de sus capítulos quedamos interpelados por sus reflexiones, sus preguntas y los avatares de su clínica, una práctica frondosa y cotidiana.
El libro transmite que quien lo escribió es una lectora curiosa, apasionada, rigurosa. ¿Qué lecturas resuenan en su escritura? Textos de pacientes, y con ello lo específico que hace a la clínica con niños: sus juegos, argumentos de películas, letras de canciones, obras literarias, filosóficas. Textos que la  “tomaron” personalmente, que hicieron marca en ella y donde, a la vez, ella deja su marca.
De esta manera, el texto exhibe su filiación: “El cuerpo de este libro es la clínica. El cuerpo de este libro es freudiano”. Pero no es sólo un relato de la práctica, si bien nos cuenta de ella. Nos habla también de los ecos que resuenan de su historia –la de la autora–, los trasciende y los engarza a las historias de aquellos que habitan los consultorios, y a quienes escucha.
La “textura oral” es constitutiva de este libro. No solo porque muchos de sus capítulos fueron presentados en forma coloquial (charlas, mesas redondas), sino porque esa textura se muestra en relación con ese “algo” al que alude Manavella cuando nombra a quien reconoce como uno de sus “maestros”, Carlos Gianantonio: “La solvencia científica me sorprendió gratamente, pero había “algo” más…..No sé cómo nombrar ese “algo”, esa artesanía, que me instó a volver a escucharlo”.
¿Qué es ese “algo”, esa “artesanía”? ¿En qué se reconoce, cómo se transmite este “algo” al que alude la autora, y que ella misma recrea en su escritura?
Ricardo Piglia dice en Critica y Ficción: “El problema para mí no es armar la trama, sino encontrar el tono de un relato. Narrar es narrar en un ritmo, en una respiración del lenguaje: cuando uno tiene esa música la anécdota función sola […] El avance de la historia depende siempre de ese tono, de ese ritmo [….] se trata más bien de un movimiento, algo que pasa entre las palabras y no con ellas”.
En este sentido, el “tono” de esta obra deja escuchar ese “algo” que transmite que quien la escribe está atravesada fuertemente por la pregunta acerca de qué es la experiencia de un análisis, su ética, y enraizada a ella, las especificidades que hacen a la práctica con niños y no tan niños.
Por ello, este es un libro donde el saber referencial no es protagonista. Es una de sus virtudes: está más cerca de la escritura poética, sin dejar de presentar una rigurosidad teórica que en el ida y vuelta con la práctica permite lo contundente de la transmisión.
Hay ideas claras y precisas sobre los riesgos en los que podemos incurrir en nuestra práctica si queda mecanizada. Dice la autora: “Hay un saber referencial…pero me interroga ese otro saber que habita al analista…¿saber en/de la transferencia? Saber otro, saber no de antemano […] No hay recetas, es el paciente y sus padres quienes guían el trabajo a seguir”. Nos advierte entonces que el “diagnóstico” no haga destino.
En efecto, el texto toma posición sobre cada tema tratado, y en cada uno de sus cuatro ejes –enhebrados por la transferencia, que no es otra cosa que el amor–, nos encontramos con la “causa” de su producción.
Así, es destacable el modo en que se despliega en el desarrollo del libro el lugar que tienen el juego y los padres en la clínica con niños y no tan niños. La autora formaliza estos dos “operadores lógicos” de modo tal que quedan elevados a la categoría de conceptos. Subraya así cómo el trabajo con los padres en tanto “presencia real” es fundamental en el análisis con niños y adolescentes: resulta “posibilitador de la transferencia, la instauración del síntoma, la continuidad de un análisis”. En cuanto al juego, nos dice: “Hay niño si hay juego. El juego precede al niño. Es un niño porque está jugando”, concepción que ubica al juego como constitutivo de lo humano, y a la infancia como el amparo, el refugio donde un niño juega.
¿Qué “juego” se abre cuando de psicoanálisis se trata? El juego de la transferencia, que implica la “posición juguetona del analista”, como propone la autora tomando una idea de Winnicott (“el psicoanalista debe ser juguetón”) y donde claramente “es tomada” por ella. El analista “lee jugando”. Es un trabajo artesanal, de transferencia al juego, de pasaje de aquello mostrado, actuado –fuera de escena–, al acto de jugar –escena de juego.
“Atención lúdica flotante” llama Norma Manavella a este “dejarse jugar”, y me parece un hallazgo del decir. En cada uno de los testimonios que nos ofrece, se lee entonces esta posición de “ser tomada” en el juego con cada uno de los niños y no tan niños con los que se “encuentra”. Cito: “Una y otra vez retornó su llanto en mis vacaciones”.
De niños y no tan niños nos deja leer también la preocupación de la autora por la subjetividad de la época: “El malestar en la cultura es de estructura, no se cura […] No hay Cultura sin Malestar, no hay clínica que no transcurra dentro del malestar”. ¿Y más allá del malestar? La pregunta que surge entonces es qué hacemos los analistas donde aparece el brutal campo de la necesidad, desierto de palabras. Dice la autora: “Considero que sigue siendo el caso por caso, la apuesta a la palabra, a la transferencia, al juego, a la singularidad del S, lo que aún nos convoca allí como analistas”. Esta posición trasunta que la vida es vida si es digna. Apostamos,  como decía Michel Leiris, a esa capacidad poco común de transformar en terreno de juego el peor de los desiertos.  
Quiero detenerme especialmente en uno de los apartados del libro, el del Hospital Público, por la dimensión que la autora le otorga. Norma Manavella no sólo se filia en Freud, sino que ubica como el espacio  “más auténtico de formación” al Hospital Público. Cuenta de sus marcas, las muestra. Cuenta de su trabajo allí, de su historia: amor, dolor, producción fecunda, intercambio con los pares, lazo social. Hay alta intensidad en estas líneas, por medio de las cuales le hace un claro homenaje al hospital.
Norma se pregunta con insistencia, “¿qué nos sostiene allí en el Hospital Público”, y se responde: “tal vez algo de una pasión […] intentar hacer con estas hilachas ‘algo’: crear”.  Retorna aquí la idea de “artesanía” evocada respecto de ese “algo” que la había convocado a seguir a aquel maestro, Gianantonio (“donde él esté, yo voy”). El Hospital Público también queda, entonces, emplazado como espacio “maestro” de lo artesanal. Así, Norma se ubica como deudora: “Una y otra vez no fue sin el Hospital”.
Las marcas recibidas en el Hospital Público, inscriptas en la historia de nuestro país –ubicando también los tiempos oscuros del mismo (dictadura militar)–, son señaladas por la autora como marcas fundamentales en su historia. En tal sentido, el Hospital es también lugar de resistencia. Resistencia sostenida incluso en el acto de renuncia al Hospital Evita de Lanús, del que la autora nos participa no sin dolor, y dejando claro que el lazo con el hospital público es algo sostenido y valorado. El mismo acto da cuenta de que “renuncia” no es igual a “renuncia”, pues creo que para Norma Manavella el acto de renuncia al Hospital Evita no fue renunciar a la convicción de que la vida es vida si es digna. Tal como ella propone a través de los versos con los que evoca este episodio: “No es lo mismo que vivir, honrar la vida”.
Por último, quiero destacar que la lectura y la escritura insisten fuertemente en este libro. Norma se pregunta “¿Por qué escribimos los analistas?”, “¿Qué se escribe cuando escribe un analista?”. Evoco entonces la pregunta ofrecida a Marguerite Yourcenar: “¿Por qué escribe?”, a la que ella respondió: para saber lo que pienso. Norma Manavella lee a la letra y “escribe con el escrito”, en una experiencia del decir que no soslaya la enunciación. Hay lectura de su propia escritura.
Retomando la imagen artesanal evocada por ella varias veces, podemos decir que Norma Manavella teje su escritura, la trama a la manera de un artesano que conoce su oficio. Se transforma con su lectura sensible en narradora y guía, nos cuenta con generosidad sus entendimientos y posiciones. Hace pública una ética. Cito: “La intervención en la clínica con niños hace a lo cotidiano de nuestro quehacer. Intervenir implica participar, tomar parte, implicarse”.
Así pues, los invito a “ser tomados” por la escritura poética de este libro. Una escritura que celebro a través de las palabras de Hugo Mujica: “El poeta debe escuchar más que decir. El poeta es infante, que etimológicamente significa sin habla. El poeta, permanece, allí en el antes del lenguaje, en la espera de él. El poeta no es el que habla, es el que escucha a la manera poética, no con el oído escucha con la voz, con la voz en vilo, anhelante, con voz sin palabra, un escuchar que ofrece, un ofertorio callado: el poeta acerca su voz para que en esa voz la realidad se diga…entre en la voz: sea palabra”

Raquel Gerber