ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA POSICIÓN DEL ANALISTA EN EL TRATAMIENTO ANALÍTICO CON NIÑOS*

*Clase Nº 4 del Seminario “Algunas orientaciones en la clínica con niños” dictado en Agosto y Septiembre de 2012, organizado por el Equipo de Niños del Hospital Alvarez.

Lic. Guido Beltrami

Retomando la propuesta inicial de esta serie de encuentros, de hacer un recorrido sobre algunas preguntas fundamentales que surgen de la experiencia clínica, hoy intentaré reflexionar, sobre la posición del analista en el tratamiento analítico con niños. Para ello, tomaré algunos aportes freudianos e intentaré articularlos con nuestra clínica de hoy día y dar cuenta de ella con algunas viñetas de casos.

Antes de empezar, no quiero dejar de hacer hincapié, y reafirmar lo dicho por Marisa Molica, que la práctica analítica con niños es psicoanálisis, más allá de su técnica, dispositivo o instrumentos. La práctica del psicoanálisis con niños no es un psicoanálisis específico o una especialidad dentro del psicoanálisis.

Esto no quita que durante la práctica del psicoanálisis con niños no tengamos que considerar situaciones particulares como:

- Los encuentros con los padres, las escuelas y otros profesionales.
- En qué momento constitutivo se encuentra el niño.
Y que la transferencia no es en relación a un SSS sino que la modalidad que toma la transferencia es en el juego mismo.

Lo que define que un psicoanálisis con niños sea psicoanálisis es la posición en la que se ubica un analista. Fundamentalmente hay psicoanálisis porque hay alguien que encarna una posición de analista. ¿Qué es psicoanalizar? Es lo que hace un psicoanalista. Entonces que haya psicoanálisis no tiene que ver con el analizante o la especificidad del sujeto en cuestión, sino que haya un analista ubicado en posición de analista.

Ahora bien ¿Que implica que haya un analista en posición de analista?

Tiene que ver con sostener una escucha analítica. Y si en el lugar del analista hay un oyente, y ese oyente es practicante del psicoanálisis y además analizado (análisis propio) podrá producir efectos de carácter analítico. Esta posición entonces, va mas allá de si nuestro paciente es un niño, un adicto, una anoréxica o un adulto.

Sin embargo, no es lo mismo un niño, un adolescente o un adulto. Esto se trabajó en la clase que dieron Natalia Martinez Liss y Amanda Calderón, cuando hablaron de la noción de infancia, de la constitución subjetiva y de la pregunta ¿qué es un niño? Hay ciertos modos de dar respuesta en la infancia, que son distintos a los de la adolescencia. Los niños no disponen de los mismos recursos que un adulto, ya que, entre otras cosas, no pasaron por la pubertad (metamorfosis freudiana).

A pesar de no haber escrito mucho sobre clínica con niños, podemos rescatar de la obra freudiana algunas orientaciones claras respecto a esta posición de la que hablamos.

En Consejos al médico, Freud plantea compartir su experiencia y las cuestiones que le sirvieron a él a la hora de disponerse a trabajar. A mi entender, más de uno de estos consejos son aplicables a la clínica con niños. Vayamos viendo algunos…

Mirada y actitud abierta frente a los pacientes. Aquí la primera cuestión, donde da pie para articular algo con la clínica con niños. Mirada abierta, disposición a trabajar con niños, que debe ser completamente abierta a las vicisitudes que surjan al momento de disponernos a entrar en el juego que nos propone el niño/a. Un mundo que suena ajeno a veces para los adultos, pero que reduciendo al máximo posible nuestras expectativas y sentidos de lo que debe ocurrir, podremos favorecer el despliegue de la escena de juego. Allí, en la abertura/apertura de nuestra posición como analistas es que algo podrá empezar a aparecer de la subjetividad del niño/a.

Atención flotante. Freud dice: “no intentar retener especialmente nada y acogerlo todo con una igual atención flotante”. Es decir, no intentar adelantarnos a deducir algo del juego, ni interpretar ni sacar conclusiones, ya que será el juego mismo, en su continuidad, el que nos permitirá ir viendo que va aconteciendo. Veremos en el juego cosas cuya significación solo a posteriori descubriremos. Debemos jugar junto al niño sin preocuparnos de si se comprende o no sus juegos, las reglas que utiliza o los personajes que interpreta.

Evitar toda influencia consciente sobre su facultad retentiva y abandonarse por completo a su memoria inconsciente. Tomo prestado algo de esta frase para pensarla en relación a la clínica con niños: por un lado es fundamental evitar toda influencia consciente sobre nuestra capacidad lúdica y abandonarnos por completo al “de jugando” que nos mete de lleno en la escena planteada por el paciente.

Sugestión. En el trabajo con niños, parece que la técnica indeseable de la sugestión es una barrera que se cruza más a menudo, e incluso más de la cuenta, y como dice Freud, si se mezcla algo del análisis con algo del influjo de la sugestión es importante saber que se está obrando de esa manera. A veces hacemos uso de la sugestión pero debemos tener ciertas precauciones. Se puede utilizar como una intervención precisa y puntal pero no como forma terapéutica. No caer en un lugar educativo/pedagógico. Sin embargo, puede que haya medidas activas por parte del analista que pueden abarcar desde indicaciones puntuales a los niños, a los padres, órdenes y hasta prohibiciones formales.

Abstinencia. En “Nuevos Caminos” Freud plantea que “la cura analítica debe ser hecha en abstinencia”. El principio o regla de la abstinencia rige para el analista y tiene que ver con no adueñarnos del paciente y no estructurar su destino imponiéndoles nuestros ideales queriendo organizarle la vida a nuestra imagen y semejanza. Abstenernos de suponer o pensar su devenir como nos parece más pertinente.

Hasta acá las contribuciones freudianas.



¿Qué lugar para el analista?

Lograr ser el soporte para que el juego pueda jugarse y pueda encontrar las variantes que necesita para desarrollarse y para alojar de la mejor manera posible eso que viene siendo el padecimiento de un niño. El analista está disponible para el juego que necesite ser jugado, debería ser “un par” de juego disponible, o cuidar los modos de no entorpecer el juego que ha de ser jugado. El analista desde una posición de deseo, debe poder causar las escenas lúdicas para el tratamiento de lo pulsional, ya que la modalidad que toma la transferencia en la clínica con niños es el juego mismo, por lo que la transferencia no va a estar en relación al amor al saber supuesto a un sujeto. El analista deberá poder jugar el juego al cual es invitado a incluirse, y poder leer lo que se despliega en la escena de juego y así ubicar lo más propio de ese niño.

Podemos considerar que existen ciertos riesgos que conllevarían el corrernos de nuestra posición como analistas:

- Intervenir desde nuestra fantasmática.
- Ubicarnos desde el lugar de amo, de la salud o del bien general.
- Interpretaciones durante el juego del niño.
- Que algo del orden del goce del analista se entrometa en la escena lúdica.

Desde Lacan podemos pensar que el verdadero analista es barrado, no tiene las respuestas, necesita que el niño y los padres desplieguen sus significantes, no es un otro completo con todas las respuestas. Abstenernos de posicionarnos en un lugar de saber. Nuestro lugar como analistas es el de la no comprensión,  del orden de la falta.

Viñeta Clínica

Una niña de 5 años llega a la consulta con síntomas de enuresis. La madre describe que su hija se “toquetea” frecuentemente. Además comenta que tuvo una infección urinaria. A la siguiente vez, me dice que se había olvidado de comentarme que cree que pudo ser abusada, en principio, por el profesor de la colonia. Decido tener entrevistas con la madre de Mercedes y profundizar en el tema ya que si esto era cierto debía tomar una decisión de hacer o no la denuncia pertinente.

Decido al mismo tiempo empezar a ver a Mercedes. Al cabo de un tiempo, veo que no aparecen indicadores de abuso. El juego que insistía era uno donde Mercedes me invita a jugar con las barbies hermanas y sus novios los Kevin. Se despliegan escenas repetidas durante el juego que podríamos pensar que representan la efectiva separación de sus padres y las nuevas relaciones que tiene ambos.

La madre relatará que vieron a Mercedes junto a un compañerito del jardín investigando sus genitales, que en casa se pasea desnuda o muestra la cola a los invitados. También la encontraron metida en la cama con otra compañerita, que había ido a jugar a la casa, y como estaban debajo de la sábana no se supo que hicieron. Generalmente todas las noches se mecía boca abajo arriba de la almohada y le pedía a la madre que no la mirara. Para mí fue abusada, insistía la madre.

Empecé a considerar preocupante la situación respecto a lo dicho inicialmente por la madre, en relación a un posible abuso, más que nada por todos los síntomas que venía describiendo: enuresis, infección urinaria, conductas masturbatorias antes de dormir y al bañarse, escenas con compañeritos, etc.

Sin embargo decidí, quedarme con la escena de juego planteada por Mercedes por un tiempito más, ya que nada de lo dicho por la madre aparecía en escena. Decido entrevistar a los padres nuevamente pero esta vez por separado. Es ahí cuando el padre me cuenta que es dibujante de comics eróticos y que todas sus producciones están a la vista de su hija. Además duermen juntos por que la casa es muy chiquita. La madre por su parte, me cuenta que en realidad está dudando si en realidad fue el padre quien abusó de su hija. Ahí empiezo a pensar, que algo más había, pero no en relación a un abuso concreto sino que Mercedes estaba sumamente erotizada y que estos padres eran responsables directos. La madre va a confesar un tiempito después que se baña con la hija, pero que hace poquito lo hace con la bombacha puesta, ya que Mercedes está más grande. Además se cambia desnuda delante de ella, y concibe que le toque los pechos de jugando. Cuando vivían juntos los padres tenían relaciones en la misma habitación que la hija. Decido intervenir en la línea de este exceso de goce por parte de los padres. La enuresis y la masturbación al cabo de un tiempo desaparecen y la premisa del abuso por parte de la madre termina cayendo.

¿Cuál es la razón por la que comencé las entrevistas con la niña y sus padres? La razón es para escuchar lo que vienen a decirnos ¿Cuál es mi hipótesis de trabajo? Esa hipótesis se fue hilando a medida que me lo mostró Mercedes. Debemos confiar que es el niño quien nos mostrará el camino. En el caso de Mercedes, el juego me decía una cosa y la madre otra, el discurso de los padres nada tenía que ver con la realidad ficcional de la niña. Su problema era la separación de los padres. Para la madre el problema era el abuso. Tomar rápidamente el discurso de los padres y desde ahí hacer una hipótesis es riesgoso. Que un niño se haga pis o se masturbe es solo la punta del iceberg. Y para que algo más empiece a delinearse es necesario que el analista ocupe su lugar, el lugar de oyente, con una doble dimensión de escucha.