Lic. Guido Beltrami
Retomando
la propuesta inicial de esta serie de encuentros, de hacer un recorrido sobre
algunas preguntas fundamentales que surgen de la experiencia clínica, hoy intentaré
reflexionar, sobre la posición del analista en el tratamiento analítico con
niños. Para ello, tomaré algunos aportes freudianos e intentaré articularlos
con nuestra clínica de hoy día y dar cuenta de ella con algunas viñetas de
casos.
Antes
de empezar, no quiero dejar de hacer hincapié, y reafirmar lo dicho por Marisa
Molica, que la práctica analítica con niños es psicoanálisis, más allá de su
técnica, dispositivo o instrumentos. La práctica del psicoanálisis con niños no
es un psicoanálisis específico o una especialidad dentro del psicoanálisis.
Esto
no quita que durante la práctica del psicoanálisis con niños no tengamos que
considerar situaciones particulares como:
- Los
encuentros con los padres, las escuelas y otros profesionales.
- En qué momento constitutivo se encuentra el
niño.
- Y que
la transferencia no es en relación a un SSS sino que la modalidad que toma la
transferencia es en el juego mismo.
Lo
que define que un psicoanálisis con niños sea psicoanálisis es la posición en
la que se ubica un analista. Fundamentalmente hay psicoanálisis porque hay alguien
que encarna una posición de analista. ¿Qué es psicoanalizar? Es lo que hace un
psicoanalista. Entonces que haya psicoanálisis no tiene que ver con el
analizante o la especificidad del sujeto en cuestión, sino que haya un analista
ubicado en posición de analista.
Ahora
bien ¿Que implica que haya un analista en posición de analista?
Tiene
que ver con sostener una escucha analítica. Y si en el lugar del analista hay
un oyente, y ese oyente es practicante del psicoanálisis y además analizado
(análisis propio) podrá producir efectos de carácter analítico. Esta posición
entonces, va mas allá de si nuestro paciente es un niño, un adicto, una
anoréxica o un adulto.
Sin
embargo, no es lo mismo un niño, un adolescente o un adulto. Esto se trabajó en
la clase que dieron Natalia Martinez Liss y Amanda Calderón, cuando hablaron de
la noción de infancia, de la constitución subjetiva y de la pregunta ¿qué es un
niño? Hay ciertos modos de dar respuesta en la infancia, que son distintos a
los de la adolescencia. Los niños no disponen de los mismos recursos que un
adulto, ya que, entre otras cosas, no pasaron por la pubertad (metamorfosis
freudiana).
A
pesar de no haber escrito mucho sobre clínica con niños, podemos rescatar de la
obra freudiana algunas orientaciones claras respecto a esta posición de la que
hablamos.
En
Consejos al médico, Freud plantea compartir su experiencia y las cuestiones que
le sirvieron a él a la hora de disponerse a trabajar. A mi entender, más de uno
de estos consejos son aplicables a la clínica con niños. Vayamos viendo
algunos…
Mirada y actitud abierta
frente a los pacientes. Aquí la primera cuestión, donde da
pie para articular algo con la clínica con niños. Mirada abierta, disposición a
trabajar con niños, que debe ser completamente abierta a las vicisitudes que
surjan al momento de disponernos a entrar en el juego que nos propone el
niño/a. Un mundo que suena ajeno a veces para los adultos, pero que reduciendo
al máximo posible nuestras expectativas y sentidos de lo que debe ocurrir,
podremos favorecer el despliegue de la escena de juego. Allí, en la
abertura/apertura de nuestra posición como analistas es que algo podrá empezar
a aparecer de la subjetividad del niño/a.
Atención flotante. Freud
dice: “no intentar retener especialmente nada y acogerlo todo con una igual
atención flotante”. Es decir, no intentar adelantarnos a deducir algo del
juego, ni interpretar ni sacar conclusiones, ya que será el juego mismo, en su
continuidad, el que nos permitirá ir viendo que va aconteciendo. Veremos en el
juego cosas cuya significación solo a posteriori descubriremos. Debemos jugar
junto al niño sin preocuparnos de si se comprende o no sus juegos, las reglas
que utiliza o los personajes que interpreta.
Evitar toda influencia
consciente sobre su facultad retentiva y abandonarse por completo a su memoria
inconsciente. Tomo prestado algo de esta frase para
pensarla en relación a la clínica con niños: por un lado es fundamental evitar
toda influencia consciente sobre nuestra capacidad lúdica y abandonarnos por
completo al “de jugando” que nos mete de lleno en la escena planteada por el
paciente.
Sugestión. En
el trabajo con niños, parece que la técnica indeseable de la sugestión es una
barrera que se cruza más a menudo, e incluso más de la cuenta, y como dice
Freud, si se mezcla algo del análisis con algo del influjo de la sugestión es
importante saber que se está obrando de esa manera. A veces hacemos uso de la
sugestión pero debemos tener ciertas precauciones. Se puede utilizar como una
intervención precisa y puntal pero no como forma terapéutica. No caer en un
lugar educativo/pedagógico. Sin embargo, puede que haya medidas activas por
parte del analista que pueden abarcar desde indicaciones puntuales a los niños,
a los padres, órdenes y hasta prohibiciones formales.
Abstinencia. En
“Nuevos Caminos” Freud plantea que “la cura analítica debe ser hecha en
abstinencia”. El principio o regla de la abstinencia rige para el analista y
tiene que ver con no adueñarnos del paciente y no estructurar su destino
imponiéndoles nuestros ideales queriendo organizarle la vida a nuestra imagen y
semejanza. Abstenernos de suponer o pensar su devenir como nos parece más
pertinente.
Hasta
acá las contribuciones freudianas.
¿Qué
lugar para el analista?
Lograr
ser el soporte para que el juego pueda jugarse y pueda encontrar las variantes
que necesita para desarrollarse y para alojar de la mejor manera posible eso
que viene siendo el padecimiento de un niño. El analista está disponible para
el juego que necesite ser jugado, debería ser “un par” de juego disponible, o cuidar
los modos de no entorpecer el juego que ha de ser jugado. El analista desde una
posición de deseo, debe poder causar las escenas lúdicas para el tratamiento de
lo pulsional, ya que la modalidad que toma la transferencia en la clínica con
niños es el juego mismo, por lo que la transferencia no va a estar en relación
al amor al saber supuesto a un sujeto. El analista deberá poder jugar el juego
al cual es invitado a incluirse, y poder leer lo que se despliega en la escena
de juego y así ubicar lo más propio de ese niño.
Podemos
considerar que existen ciertos riesgos que conllevarían el corrernos de nuestra
posición como analistas:
- Intervenir
desde nuestra fantasmática.
- Ubicarnos desde el lugar de amo, de la salud
o del bien general.
- Interpretaciones durante el juego del niño.
- Que
algo del orden del goce del analista se entrometa en la escena lúdica.
Desde
Lacan podemos pensar que el verdadero analista es barrado, no tiene las respuestas,
necesita que el niño y los padres desplieguen sus significantes, no es un otro
completo con todas las respuestas. Abstenernos de posicionarnos en un lugar de
saber. Nuestro lugar como analistas es el de la no comprensión, del orden de la falta.
Viñeta
Clínica
Una
niña de 5 años llega a la consulta con síntomas de enuresis. La madre describe
que su hija se “toquetea” frecuentemente. Además comenta que tuvo una infección
urinaria. A la siguiente vez, me dice que se había olvidado de comentarme que cree
que pudo ser abusada, en principio, por el profesor de la colonia. Decido tener
entrevistas con la madre de Mercedes y profundizar en el tema ya que si esto
era cierto debía tomar una decisión de hacer o no la denuncia pertinente.
Decido
al mismo tiempo empezar a ver a Mercedes. Al cabo de un tiempo, veo que no
aparecen indicadores de abuso. El juego que insistía era uno donde Mercedes me
invita a jugar con las barbies hermanas y sus novios los Kevin. Se despliegan
escenas repetidas durante el juego que podríamos pensar que representan la
efectiva separación de sus padres y las nuevas relaciones que tiene ambos.
La
madre relatará que vieron a Mercedes junto a un compañerito del jardín investigando
sus genitales, que en casa se pasea desnuda o muestra la cola a los invitados. También
la encontraron metida en la cama con otra compañerita, que había ido a jugar a
la casa, y como estaban debajo de la sábana no se supo que hicieron. Generalmente
todas las noches se mecía boca abajo arriba de la almohada y le pedía a la madre
que no la mirara. Para mí fue abusada, insistía la madre.
Empecé
a considerar preocupante la situación respecto a lo dicho inicialmente por la
madre, en relación a un posible abuso, más que nada por todos los síntomas que
venía describiendo: enuresis, infección urinaria, conductas masturbatorias
antes de dormir y al bañarse, escenas con compañeritos, etc.
Sin
embargo decidí, quedarme con la escena de juego planteada por Mercedes por un
tiempito más, ya que nada de lo dicho por la madre aparecía en escena. Decido entrevistar
a los padres nuevamente pero esta vez por separado. Es ahí cuando el padre me
cuenta que es dibujante de comics eróticos y que todas sus producciones están a
la vista de su hija. Además duermen juntos por que la casa es muy chiquita. La
madre por su parte, me cuenta que en realidad está dudando si en realidad fue
el padre quien abusó de su hija. Ahí empiezo a pensar, que algo más había, pero
no en relación a un abuso concreto sino que Mercedes estaba sumamente erotizada
y que estos padres eran responsables directos. La madre va a confesar un
tiempito después que se baña con la hija, pero que hace poquito lo hace con la
bombacha puesta, ya que Mercedes está más grande. Además se cambia desnuda
delante de ella, y concibe que le toque los pechos de jugando. Cuando vivían
juntos los padres tenían relaciones en la misma habitación que la hija. Decido intervenir
en la línea de este exceso de goce por parte de los padres. La enuresis y la
masturbación al cabo de un tiempo desaparecen y la premisa del abuso por parte
de la madre termina cayendo.
¿Cuál
es la razón por la que comencé las entrevistas con la niña y sus padres? La
razón es para escuchar lo que vienen a decirnos ¿Cuál es mi hipótesis de
trabajo? Esa hipótesis se fue hilando a medida que me lo mostró Mercedes. Debemos
confiar que es el niño quien nos mostrará el camino. En el caso de Mercedes, el
juego me decía una cosa y la madre otra, el discurso de los padres nada tenía
que ver con la realidad ficcional de la niña. Su problema era la separación de
los padres. Para la madre el problema era el abuso. Tomar rápidamente el
discurso de los padres y desde ahí hacer una hipótesis es riesgoso. Que un niño
se haga pis o se masturbe es solo la punta del iceberg. Y para que algo más
empiece a delinearse es necesario que el analista ocupe su lugar, el lugar de
oyente, con una doble dimensión de escucha.