LA INVENCIÓN DE UNA HISTORIA*

*Trabajo presentado en la 1º Jornada del Equipo de Niños del Hospital Alvarez: “La clínica hospitalaria, obstáculos e invenciones” (2011)

Lic. Natalia Martinez Liss
Lic. Magalí Martofel

De los padres de J. refiere que se sabe poco. La madre vive en la calle y ya no visita a sus hijos en el hogar. El padre no se sabe quién es. Lleva el apellido de quien ella reconoce como su padre.

La presentación de J. en los primeros encuentros es caótica. Todo aparece muy desordenado y en exceso. Agarra varios juegos, los lleva al consultorio, los abre, los cierra, saca cosas, las deja, toma otras, vuelve a las primeras. No se entiende ni el principio ni el fin de los juegos. Cortar la sesión es realmente muy difícil, siempre hay algo más para agarrar, para mirar, o se acuerda que quiere decir otra cosa. Se anticipa el cierre de las sesiones, pero J. se enoja cada vez que se termina la entrevista.

Transcurrido algunos encuentros, un día llego 5 minutos después que ella y cuando me ve entrar le dice al operador que la trajo "la voy a tener que matar a Magali porque no viene". Frente a esto le pregunto si podrá perdonarme y agrego que el colectivo no venia y se me hizo un poco tarde. Frente a esto J responde "vas a tener que acompañar a un bebé a que le saquen sangre".

Ese día jugamos a los palitos chinos que se convierten en palitos para dibujar una casa. A partir de ahí, algunas cosas empiezan a desplegarse en los encuentros con J.

Dibuja casas con nenas, empezamos a escribir las reglas de los juegos y, aunque no se las utilice, es necesario que queden escritas. Elige dos cosas para hacer cada sesión; una es la que se usa durante el tiempo de la misma y la otra puede quedar pendiente para el siguiente encuentro. De a poco es J. quien pregunta cuánto tiempo queda y si eso nos va a alcanzar para jugar a otra cosa. Por el momento soy yo la que relaciona las cantidades.

Luego se interrumpen los encuentros durante un mes por la gripe A. Cuando retomamos el tratamiento, J. pregunta, "¿seguimos con la casa?". Ese día armamos nuevamente una casa con los palitos chinos y dice "es un castillo. Tiene dos piezas. Parece una pero son dos. ¿No viste que le puse un palito?". Propone escribir una historia. Se lleva la historia a su casa y agrega "le voy a poner cosas de terror y otras buenas".
J. continuó escribiendo esta historia y en las sesiones decía: "no traje la historia porque la estoy terminando", "yo ya traje la historia? Ah no, todavía no la terminé".

Otro día que vuelvo a llegar después que ella, cuando me ve entrar le dice a su operador: "no sabes a que hora viene mi psicóloga que todavía no llegó?"
Llegan las vacaciones. Le aviso de mi futura licencia al operador que la había traído, y J. al escuchar esto pregunta "por qué tanto tiempo?" y dice "bueno, entonces no vengo más" "mejor, ya no quería venir" En el siguiente encuentro arma una escena con muñecos, "hay que llamar al 108 porque se quedaron de nuevo en la calle". Aparecen un papá, un tio, un abuelo y un operador, todos peleando por llevarse a los nenes. La semana siguiente dice "hoy no iba a venir porque tenia colonia, pero dije: si, mejor voy" me hizo preguntas en relación al tiempo de las vacaciones y terminó la sesión diciendo "¿sabes? Yo también me tomo vacaciones, del 15 al 15".

Transcurrido un tiempo de tratamiento la psicóloga del Hogar refiere que ahora cuando J. tiene ganas de hacer pis dice "me estoy haciendo" En relación a la encopresis, pasa de no registrar los episodios a pedir cambiarse cuando sucede.

Luego del recorrido por el material nos preguntamos, en primer lugar, si es posible pensar como escena lúdica lo que esta niña despliega durante los primeros encuentros. Pensarlo en estos términos supone allí la presencia de un sujeto. Decimos escena en el sentido de una historia, una ficción, una versión que tiene como correlato un sujeto barrado, dividido. Cuando hablamos de sujeto barrado suponemos que la falta estructural ha devenido pérdida. O sea que hay armada una versión que vela dicha falta. 

En este sentido, Freud plantea que el Complejo de Edipo es el núcleo de las neurosis. Podríamos decir que el Edipo es la interpretación/versión que el neurótico arma de la falta estructural y de ese modo hace de lo imposible algo perdido. "El Edipo es el complejo nodular de la neurosis cuando el padre es un término del inconsciente, cuando es la interpretación la que lo descubre organizando la fantasmática con la que se orienta la relación del sujeto con un goce en pérdida" En términos de Lacan podríamos decir que la función paterna es la que permite una versión de la falta de la estructura.

El caos, desorden y exceso que aparecen en las primeras entrevistas nos permite pensar que las operaciones que posibilitan la constitución subjetiva se encontrarían, en este caso, en suspenso. Es decir, que si bien estaban presentes ciertas marcas, algo de esta constitución no estaba del todo armado. Pensamos el espacio analítico como un lugar donde estas operaciones pueden ser vehiculizadas a partir del encuentro con un analista. En la "Conferencia de Ginebra sobre el síntoma" Lacan sostiene "Incluso un niño no deseado, en nombre de un no se qué que surge de sus primeros bullicios, puede ser mejor acogido más tarde" Es decir que esas marcas que ya están presentes, pueden ser mejor recibidas por el analista a condición de que éste ofrezca un lugar vacío, un lugar que sostenga y articule la falta que da lugar al deseo.

Ubicamos la intervención "¿podrás perdonarme?" como aquello que permite que se despliegue en J la pregunta ¿puedes perderme? En este sentido, en el Seminario 11 Lacan plantea que frente a esta pregunta el sujeto responde con su propia desaparición, con su propia pérdida. Esto sucederá siempre y cuando haya un Otro que se muestra en falta, un otro barrado que de lugar para que el Sujeto puede alojarse. Podríamos decir que algo del orden de la pérdida se puso en marcha en esta niña, a partir del encuentro con el deseo del Otro. En el decir de J. "vas a tener que acompañar a un bebe a que le saquen sangre". Frente a una nueva llegada tarde de la psicóloga, J responde de una manera diferente: "no sabes a que hora viene mi psicóloga que todavía no llegó?". Este Otro puede ahora faltar sin desaparecer para siempre. En esta misma línea será J la que luego pueda irse para luego volver "¿sabes? Yo también me tomo vacaciones, del 15 al 15".

Es a partir de este momento que la niña empieza a escribir una historia, una versión de su historia, que permite la regulación de aquello que se presentaba en exceso.

Ahora J dibuja casas, comienza a escribir las reglas de los juegos aunque no las utilice, elige dos cosas para hacer cada sesión y si una no se usa puede quedar pendiente para la vez siguiente, pregunta para cuánto alcanza el tiempo del que dispone.

Es en transferencia que J puede construir su propia historia, en palabras de Lacan "hay en la manifestación de la transferencia algo creador, la transferencia aparece como una fuente de ficción en la que el sujeto construye algo". J construye, escribe una versión de su propia historia sin la cual no podemos pensar la escena. Es a partir del armado de una ficción que el niño puede "jugar" (a) lo que le pasa. En este momento J pone a jugar transferencialmente aquello de lo que padece, de lo que sufre: arma una escena con muñecos en la que hay que llamar al 108 porque "se quedaron de nuevo en la calle". Pensamos este juego como respuesta frente a la noticia de que su psicóloga se vaya de vacaciones.

Transcurrido un tiempo de análisis J empieza a registrar cuando se hace pis y dice "mes estoy haciendo". Efectivamente podemos escuchar, en función de lo desplegado hasta aquí, que se está haciendo!, Sujeto. Y esto conlleva un registro diferente del cuerpo y del tiempo. Lo que le sucede queda enmarcado en una escena de juego y no en su cuerpo.

Bibliografía mencionada:

Molina, Juan "Edipo y la Novela". J. Lacan, Intervenciones y Textos 2, "Conferencia en Ginebra sobre el síntoma", Ediciones Manantial, Bs. As, 1988., pág. 124.

Lacan. J, Seminario 8 La Transferencia, clase XII "La Transferencia en presente", ed. Paidos, Bs. As 2008, pag. 203.